El
sobreviviente: la increíble historia de un joven perdido en el río
José vive y estudia en Rosario y aquí
desarrolló su pasión por el río. Junto a unos amigos emprendió una
travesía en kayak a la isla Martín García. Desobedeció advertencias
sobre una tormenta y a partir de ahí vivió la experiencia más fuerte
de su vida. Los detalles
05 de Abril de 2016
Desde el año 2006, se lleva a cabo en
la isla Martín García (Arg.) el encuentro de kayakismo de travesía
más importante de Latinoamérica durante el feriado de Semana Santa.
Desde la realización del primer encuentro, los organizadores han
sido claros en lo que a la organización de la navegación se refiere:
"Cada kayakista o grupo llegará a la
isla por su propia cuenta y riesgo. Cada uno será responsable de su
propia seguridad, elegirá su lugar de salida, horario, derrotero y
demás aspectos que hacen a la navegación.
Así mismo, cada grupo será responsable
de realizar los trámites pertinentes ante la delegación de la
Prefectura Naval Argentina que corresponda según su lugar de
partida."*
En ocasión del encuentro de 2016, se
pronosticaba una fuerte sudestada (6-7 BFT) a partir de las 15:00.
Por lo tanto, lo conveniente era llegar antes de esa hora a la isla
ya que de permanecer en cualquier parte del delta la situación podía
ponerse complicada a consecuencia de la crecida que produce la
sudestada.
Tres kayakistas oriundos de la ciudad
de Rosario intentaron cruzar a la isla alrededor de las 18:00, a
pesar de las advertencias del personal de Prefectura de no hacerlo.
Uno de ellos llegó a la isla alrededor de 3 horas después (el cruce
en condiciones normales no supera los 60 minutos), otro fue
rescatado por un helicóptero al día siguiente y en esta nota el
tercero detalla lo que tuvo que vivir. Celebramos que haya
sobrevivido para contarlo.
Espero que todos aprendamos de esto al
menos dos cosas:
1) Principalmente en aguas abiertas,
es necesario consultar el pronóstico del tiempo.
2) Remar acompañado no garantiza la
seguridad y a veces, dependiendo de quien nos acompañe, puede
exponernos a situaciones a las que si estábamos solos no lo
hubiéramos hecho. En este caso hubo una discusión antes del cruce,
por lo que si se discutió es porque todos no estaban de acuerdo en
cruzar. Si el que no quería cruzar estaba solo, no hubiera cruzado.
José tiene 29 años, es correntino y
desde hace algunos años estudia arquitectura en Rosario. Hace
algunas semanas, tomó la decisión de realizar una exigente y
apasionante travesía en kayak junto a unos amigos. Irían hasta la
localidad bonaerense de Escobar y desde allí cruzarían a la isla
Martín García. Pero cometieron un error garrafal, del que José está
arrepentido, y allí comenzó la experiencia más fuerte y conmovedora
de su vida.
Este
martes, el periodista Pedro Levy presentó la historia en De 12 a 14
(El Tres). “Hace par de un años que hago kayakismo con unos amigos”,
comenzó diciendo José. “Decidimos hacer el cruce a la isla Martín
García porque llegás a un lugar que tiene mucha historia, remás por
todo el Tigre, que es como una ciudad en el río”, siguió.
“Llegamos tipo 4 de la mañana a
Escobar, nos avisan que se venía un frente de tormenta, entonces
decidimos no dormir y llegamos a la isla Oyarbide”, detalló el
muchacho. Allí, Prefectura les avisa a él y a sus tres amigos que no
crucen porque el temporal que se avecinaba era muy fuerte, con
riesgo de sudestada.
“Tuvimos una discución y al final
decidimos cruzar; fue un error grave y lo reconocemos”, aceptó José.
La tormenta finalmente los atrapó y los amigos se perdieron de
vista. “Habré peleado media hora con la tormenta, hasta que se me
voló la carpa, que la tenía atada al kayak; cuando intenté agarrarla
con una mano, dejando de remar, el bote se me dio vuelta y me caí al
agua”, describió el joven. Al menos tenía puesto el chaleco
salvavidas, que lo mantuvo a flote.
José nunca más pudo subirse al kayak,
que segundos después desapareció de su vista. “Hasta ese momento
podía ver la isla Martín García y empecé a nadar hacia ella, pero en
un momento me encontré en medio de un mar de agua”, continuó. Desde
ahí en más, empezó una odisea digna de un guión de película.
Vi algunas boyas, intenté llegar pero no pude; después vi unos
barcos grandes, tipo transatlánticos, anclados. Grité pidiendo
ayuda, también grité en inglés porque eran barcos extranejeros, pero
nadie me escuchó”, narró el joven que vive y estudia en Rosario.
"Nadé durante horas, me acalambré,
tenía mucho frio, me temblaba todo el cuerpo”, dijo. “Cuando veía
algo que me daba alguna esperanza, la adrenalina de salvarme
regresaba y volvía a pelear”, señaló.
Según detalló el periodista, José
estuvo en diferentes brazos del río Paraná: en el Paraná de Las
Palmas, luego pasó al Paraná Miní, al Canal del Diablo y luego pasó
toda la noche en el Río de La Plata.
“En un momento voy nadando hacia el
puerto, de repente siento un zumbido detrás mío y veo que viene un
barco enorme. Nadé con todas mis fuerzas y pude evitar que me
tragara, pero el oleaje que generó me sacó de mi curso y fue otra
gran frustración para mí; me sentí otra vez muy triste, iba
cambiando de estado de ánimo todo el tiempo”, reveló.
Horas más tarde José logró llegar a un
islote de arena. Se subió a un árbol para otear el panorama y se,
dominado por el cansancio, se quedó dormido. Luego caminó por esa
isla “con el agua hasta el cuello”. Llegó al otro extremo del islote
y se decepcionó al comprobar que era solo eso. Pero pudo ver tierra
firme a algunos kilómetros de allí. Durmió algunas horas, reunió
fuerzas y otra vez se echó al agua a nadar.
Finalmente llegó a tierra firme y
comenzó a vomitar. Alcanzó a divisar a una persona, pero ésta no lo
ayudó. Al cabo de unas horas se sintió con algo de energía para
caminar. Así llegó a un caserío. Golpeó la puerta en tres casas, y
en la tercera lo atendió una mujer que, para su sorpresa, le habló
en inglés. Le pidió ayuda y la dueña de la vivienda le acercó un
vaso de agua por la ventana.
Ese lugar no era Argentina. La
sudestada lo había arrastrado río arriba hacia la costa uruguaya, y
de ahí otros 50 kilómetros por un canal, hasta llegar a un country
de la localidad de Carmelo, en Uruguay.
Sus dos amigos tuvieron mejor suerte:
uno de ellos logró llegar a la isla Martín García y el otro fue
rescatado por una lancha de Prefectura.
José estuvo 38 horas perdido en el
agua, viviendo todo tipo de circunstancias. Estuvo dos días
internado en Carmelo, hasta donde llegaron sus familiares para
contenerlo. Hace unos días volvió a Rosario, donde seguirá su
carrera de arquitectura. Después de todo lo que atravesó, José ya no
es el mismo y ahora pide que nadie cometa el error que él cometió.